Crítica culinaria

miércoles, 9 de marzo de 2016

Club Coyote - Resto Bar


  • Ubicación: Marcos Paz esq. Asunción.
  • Día que acudí: domingo 6 de marzo de 2016, 23 hs.
  • Mesas ocupadas: 1, la mía.
  • Precio: razonable considerando la cantidad.
  • Estacionamiento: en la calle, pero fácil y cerca.
  La noche del domingo suele ser muy agradable para una salida tranquila, a comer y tener una buena charla. Relajarse para empezar la semana viene bien.

  En ésta ocasión tenía en la mira un bar, que estaba cerrado (por segunda vez), pero a solo dos cuadras encontré uno abierto y con mesas en la vereda, punto a favor considerando la noche cálida y con viento suave. Había mesas de plástico sobre la tierra y unas mesitas altas de madera contra la pared. Apunté ahí sin pensarlo dos veces. Unas pocas personas conversaban adentro y menos de un minuto después salieron con unas bolsas con sándwiches. Adentro había luces de colores y se escuchaba una música muy agradable, que no puedo especificar pero parecía un remix de Katherine Jenkins (ya sé, jaja). Al principio nadie vio que yo estaba sentado en una mesa, al parecer están más acostumbrados al delivery. Me acerqué una vez a la barra, pero no debo haber sido muy evidente porque no me vieron y tuve que volver una segunda vez. Mucha más comida de la que esperaba en la carta.
 El pedido fue:
  • 1 sándwich de milanesa Coyote (con jamón, queso, huevo y papas) - $55
  • 1 sándwich de lomito Coyote (con jamón, queso, huevo y papas) - $60
  • 1 Coca Cola de 1 litro - $40
  • Cuenta: $155
  La milanesa estaba 8 puntos, caliente, muchas verduras, pan crujiente pero un poco grueso dado que la milanesa no era particularmente gruesa. Las papas sumaron un punto al ser caseras (no de paquete) y estar crujientes, pero restaron un  punto al tener exceso de aceite y no estar provistas de aderezos. El lomito igual de abundante y le quedaba mucho mejor el JQH, sabrosos pero un poco duro.
  Los encargados (quizá dueños, no se) se sentaron en una mesa de la vereda, eso me pareció un toque amable dadas las condiciones, no olvidemos que era un domingo por la noche. Hubiera sido inaceptable un día muy concurrido o más agitado, pero dado que la única mesa de clientes era la mía, estuvo bien.
  Luego de pagar y levantarme de la mesa, pasé a ver como era el bar por adentro. Unas pocas mesas con suficiente distancia entre sí como para conversar tranquilo, y un patio en el fondo que me pareció lo mejor del lugar: un metegol y otros juegos para niños. Si bien ahí también había mesas, restaba mucho un ruido de ventilación excesivamente fuerte para una zona de estar. No pude identificar de donde provenía el ruido, y al estar ocupado el metegol por los hijos de los encargados, procedí a retirarme.

P/D: se me ocurrió empezar a escribir este blog luego de haber comido, pero para las próximas entradas ya habrá fotos.